miércoles, 6 de enero de 2010

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Y fueron aquellos momentos, en donde una brisa cálida envuelve nuestros cuerpos y nos acaricia tiernamente.
Nos entrega la vitalidad y la fuerza que vendrán cada día, junto a nuevas aventuras y anhelos... de que las esperanzas de nuestros corazones por fin se hagan realidad.
Y levantamos la mirada ensoñadora, aguardado en lo más profundo de nuestro ser, que el momento presente nunca acabe.

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Fuimos presa de algo distinto.
Los encantos de ambos mataban nuestra pasión y nunca decidimos hablarlos.
Hasta que el día en que verdaderamente nos dimos cuenta de nuestros sentimientos y el orgullo pudo más que nuestro corazón.
Aquellas palabras y esas lágrimas que sin pudor escapaban de esos ojos que reflejaban las almas de ambos, dieron paso a algo llamado amor.